Me pasó otra vez con una begonia. Era una gloria! compré una y la dividí haciendo el cálculo de a quién le iba a regalar cada brote, igual que en la historia de la lechera y el cántaro. Tanto la dividí que terminé debilitándola, se pescó un un hongo y casi se me muere. Ahí la tengo, de nuevo, dejando que la salve la madre natura.
Así era Así quedó
Lección número tres: CUIDADO! A NO ENTUSIASMARSE CON LAS DIVISIONES.
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